En este caso, este es un altar dedicado a la diosa egipcia Bastet.
Para ello tenemos, sobre todo lo más fundamental, una imagen de la diosa en cuestión. Si esa figura viene de su país de origen, como es este caso, mejor que mejor. La conexión de la figura con su tierra es importante, y si además está hecha con materiales propios del país, arcilla de esa tierra y tintes naturales de esa tierra, entonces es ideal.
Detrás de ella un papiro egipcio también, sobre todo tienen que abundar elementos relacionados con la figura.
La estatua está entre dos portavelas de cristal. Frente a ella una barra de incienso, si es hecha en el país de origen mejor.
El fuego y el incienso tienen un papel purificador en esta escena, ayudándonos a crear un ambiente adecuado y agradable para la diosa que queremos invocar.
Finalmente, situamos el objeto que queremos consagrar frente a la imagen de la diosa, para que ésta le transmita su energía divina.
Hemos erigido el altar en honor a Bastet por ser la personificación del Sol y, por otra parte también se la asocia a la luna. Bastet protege el hogar y simboliza la felicidad y la armonía. Su equivalente es la diosa griega Artemisa.
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