El próximo martes 17 de enero se celebra la fiesta en honor al Dios Odín. Sin duda todos conoceréis, o habéis oído mencionar alguna vez a este dios nórdico que ha sido una gran fuente de inspiración por su sabiduría, fuerza y poder.
Odín es considerado el Dios principal de la mitología nórdica. Este Dios tiene varias atribuciones, como la sabiduría, la guerra y la muerte. También, aunque en menor medida, es considerado Dios de la magia, la poesía, la profecía, la victoria y la caza. Odín es el señor de la sabiduría, por la que sacrificó su ojo derecho, y luego la compartió con los hombres. Reside en Asgard, concretamente en el palacio denominado Valhalla, desde donde puede observar todo lo que sucede en cada uno de los Nueves Mundos. Su esposa es Frigg y es padre de muchos dioses como Thor, Váli, etc...
Odín tiene como séquito a diferentes animales. Los más conocidos son sus dos cuervos Hugin, que significa
pensamiento, y Munin, que significa memoria. Cada mañana los enviaba a volar para que, al atardecer, le contasen todo lo que habían visto. También posee dos lobos, Geri y Freki, que en nórdico, ambos pueden ser, o bien Voraz o Codicioso. Por último está su caballo de ocho patas, de nombre Sleipnir, que le permite viajar velozmente por tierra, aire y mar.
Como Dios de la guerra, Odín se encarga de enviar a las Valquirias a recoger a los guerreros heroicos muertos en la batalla, ésto se sientan a su lado en el Valhalla, donde Odín preside los banquetes. En la batalla, Odín blande su lanza a la que llama Gungnir.
En este día, levanta un altar y pídele que sus cuervos sean tus ojos, sus lobos tu fuerza, su lanza precisa tu acción acertada, su anillo tu sostén y su sabiduría tu guía:
Sé que colgué de ese árbol barrido por el viento, meciéndome durante nueve largas noches, herido por mi propia espada, ensangrentado para Odín,
yo mismo una ofrenda para mí mismo:
atado al árbol del que ningún hombre conoce hacia dónde corren sus raíces.
Nadie me dio pan, nadie me dio agua.
Hacia los abismos más profundos me asomé hasta que avisté las Runas. Lanzando un rugido las tomé para luego caer, aturdido y débil. Gané bienestar y sabiduría también. Crecí y me regocijé con mi crecimiento: de palabra en palabra fui guiado hacia otra palabra, de una acción hacia otra acción.
yo mismo una ofrenda para mí mismo:
atado al árbol del que ningún hombre conoce hacia dónde corren sus raíces.
Nadie me dio pan, nadie me dio agua.
Hacia los abismos más profundos me asomé hasta que avisté las Runas. Lanzando un rugido las tomé para luego caer, aturdido y débil. Gané bienestar y sabiduría también. Crecí y me regocijé con mi crecimiento: de palabra en palabra fui guiado hacia otra palabra, de una acción hacia otra acción.
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